¿Cómo decir que no a un chico sin herir sus sentimientos?

En una reciente encuesta realizada en clases de educación sexual en una escuela secundaria se les preguntó a las chicas cuál era para ellas la pregunta más importante sobre sexualidad.

Contrariamente a la expectativa de los profesores, no se refería a métodos de control natal o enfermedades de transmisión sexual. Las chicas querían saber cómo decir que no a un chico sin herir sus sentimientos.

Claro, no querían herir sus sentimientos, pero bajo éste velo se ocultaba una preocupación secreta: temían el rechazo.



Yo sé lo que se siente. Me acuerdo haber cedido a las presiones de un enamorado porque de haberme resistido, habríamos tenido una pelea.

Todo en mi corazón decía no. Sabía que a veces él me veía como algo a conquistar, pero trataba de no pensar en ello. Pensaba: “bueno, yo lo amo, y esto lo mantiene feliz. No es como si no lo hubiéramos hecho antes. Además, yo no quiero terminar con él luego de haberle dado tanto”.

Creo que una chica lo expresó bien cuando dijo: “me sentía extraña y, en cierto sentido, usada. Era como si los dos estuviéramos preocupados de la misma persona: él. Yo me sentí excluida”. Sentirme así era una clara señal para dejarlo, pero no lo hice. Sentía que no podía. Me moría de miedo pensando que si lo dejaba, me quedaba sin amor. No podía ver que ya me había quedado sin amor por quedarme con alguien que amaba el sexo más que a mí.

Una chica se da cuenta que está siendo utilizada cuando busca evadir y racionalizar todo. Se concentra tanto en lo que no está haciendo que nunca se da cuenta de lo que está haciendo. Tiene miedo de decir no y marcar el límite, porque eso sería una prueba del amor que él le tiene, y sabe que él no pasará esa prueba. Muy en el fondo tiene miedo de gustarle sólo por el placer que le da. Así, sólo consiente, saliendo al paso de sus “necesidades” y soñando que las cosas van a cambiar.

Pero la pureza nunca arruina relaciones amorosas. Si la relación está basada en la lujuria, la pureza acabará con ella. Pero si la relación está basada en el amor, la pureza la guardará. Una chica de secundaría dijo: “Desde que mi enamorado y yo dimos un paso atrás, he ganado tanto más respeto hacia él.

Hemos crecido en cercanía, nos respetamos más el uno al otro, sabemos que estamos haciendo lo que Dios quiere, hemos crecido en nuestro amor, y nos divertimos mucho cuando estamos juntos.
Y todo ello se debe a que nos deshicimos de la tensión de todas las cosas físicas”.

Si un chico insiste tratando de hacer cosas sexuales con una chica luego de que ella ya le dijo que “no”, y ella no termina con él, le estará enseñando a tratarla sin respeto. Después de todo, si tiene que darle algún placer sexual para quedarse con él, de todas maneras lo perderá, porque él no la ama de verdad. Sólo está tratando de obtener lo que quiere debilitando su compromiso con la pureza por medio de su encanto, haciéndola sentir culpable, por la ira, amenazas, afecto, o con lo que sea.

Si él realmente te ama, no te va a presionar ni insistir.

Conozco a una joven que sacó el sexo de su relación. Ahora su enamorado le compra una rosa blanca el primer día de cada mes en señal del nuevo compromiso que hicieron.

¿No desearías un hombre así? Si te has conformado con menos, deja de sentir lástima por ti misma y sal de esa relación. Si aún temes decir no, da un paso atrás y date cuenta lo mala que es esa señal. ¿Qué dice eso de él y de lo que él busca en ti?

No tienes que esperar hasta que tengas una “gran autoestima” para empezar a decir que “no”, porque es diciendo “¡no!” como obtendrás ese respeto de ti misma. ¡Gánatelo! Si continuamente te preocupas de que un chico vaya a rechazarte a menos de que le ofrezcas algo sexual, estás perdiendo la oportunidad de invitarlo a convertirse en un hombre de verdad.

Es allí donde crees que eres más débil donde en verdad tienes el mayor poder.

Siempre nos quejábamos de que los chicos utilizan a las chicas para el sexo, pero éramos igual de culpables por utilizar el sexo como una manera de controlarlos y conservarlos con nosotras.

Podíamos utilizarlo para obtener su atención, para volver con ellos o reparar nuestra autoestima herida. Cuando se producía un resultado inesperado y el sexo no los mantenía junto a nosotras ni nos daba poder sobre ellos, nos quedábamos culpándonos a nosotras mismas. Buscamos la autoestima en los brazos de un chico, y nos dejaron sintiéndonos como piezas de colección descartadas. Luego de pasar por todo eso, descubrí que nunca debes comprometerte con un hombre —ya sea como enamorados o en matrimonio— con la esperanza de que “él va a cambiar”. Comprométete con un hombre sólo si lo quieres exactamente como es, de otro modo te estarás comprometiendo con un hombre imaginario.

¿Qué es lo que realmente quiero?

Los jeans apretados, las blusas que muestran el ombligo, los polos pegaditos. Claro que disfrutábamos la sensación que nos producía el ser miradas por los chicos, pero luego nos quejábamos cuando sólo estaban interesados en “eso”. Nos quejábamos, pero no estábamos dispuestas a hacer algo para afrontar el problema. Después de todo, nuestra manera de vestir no precisamente los estaba invitando a ser mejores. Todo lo que querían era lo que nosotras estábamos mostrándoles continuamente. Las mujeres tenemos un poder. Por la forma como nos vestimos, por la forma como bailamos y por la forma como nos comportamos, podemos invitar a un hombre o a ser un caballero o a ser un animal. Entonces, si una mujer quiere que un hombre aprecie su inteligencia y personalidad, probablemente le irá mejor si no lo distrae con el piercing en su ombligo.

La pregunta que debo hacerme es: ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Es más emocionante ser amada verdaderamente por un hombre o atraer las miradas boquiabiertas de muchos?

Claro que tenemos el poder de volver miradas. Pero también tenemos el poder de cambiar corazones. Podemos volver esos corazones hacia el cielo o hacia nosotras. Pero cuando volvemos la atención de los hombres hacia las partes de nuestro cuerpo, los estamos invitando a “amarnos” por la razón equivocada.

Lo que conquista a un chico es lo que hará que se quede con nosotras. Si ha sido ganado por mi cuerpo, es por mi cuerpo que se queda (hasta que se aburra o pierda el respeto).

Necesitamos redescubrir lo que las mujeres han comprendido por miles de años: hay una mayor fascinación en lo que no se ve. Dicho de modo sencillo, la pureza es hermosa. Corona la belleza natural con el misterio.

Si nosotras no aspiramos a más, nunca tendremos más. Cuando empezamos a excusar el comportamiento de los chicos, como por ejemplo: “oh, es que tan sólo tienen necesidades”, estamos renunciando al poder que tenemos para ayudarlos a ser mejores.

Es simple y sencillo: son las mujeres las que enseñan a los hombres cómo tratarlas.

Un señor mayor lo dijo de la mejor manera: “He visto pasar muchas generaciones, y todos los chicos han sido siempre iguales: siempre diciéndoles palabras dulces a las chicas para hacer cosas con ellas. Pero esta generación de mujeres es diferente. Son lo suficientemente estúpidas como para permitirle a los chicos obtenerlo”.

¿Cómo paro?

También es necesario recordar que ningún hombre podrá llenar plenamente nuestro anhelo de aceptación. Finalmente, ese anhelo podrá ser llenado únicamente por Dios, cuyo profundo amor hacia nosotros debería mostrarse a través de nuestros padres y, especialmente, en el caso de Dios Padre, a través de nuestro padre.

Desafortunadamente, cuando eso no se da, a menudo tratamos de construir nuestra autoestima mediante las relaciones con los chicos. En vez de mirar a nuestro Padre celestial, miramos a los enamorados para llenar ese vacío. Pero la Escritura nos dice: “Aún si mi padre y madre me abandonan, el Señor me acogerá” (Salmo 27, 10).

Una señal de que estás haciendo las cosas mal es cuando pasas mucho tiempo tratando de convencerte a ti misma de que lo que estás haciendo está bien. Ese es un signo de que tu conciencia te está molestando.

El amor trae paz

Dios hizo nuestros corazones para el amor, por eso el amor trae paz. Pero la lujuria trae tensión. En un mismo momento pensamos: “yo sé que no debería estar haciendo esto, pero ¿cómo paro? Bueno, sólo será por esta vez”.

No habrá paz hasta que no haya amor pleno. Yo vivía con un constante e inevitable miedo de quedar embarazada, de ser sorprendida, de contagiarme de alguna enfermedad y de ser usada. A veces ese miedo era abrumador y en otras ocasiones era un pequeño susurro en el fondo de mi mente. Pero siempre estaba allí. Empecé a adormecer mi conciencia y a valorar del don de mi cuerpo cada vez menos. Con el paso del tiempo, esas pequeñas transigencias condujeron a la pérdida de mi virginidad. Sólo era cuestión de tiempo, teniendo en cuenta la gente con la que había elegido pasar el tiempo.

La pureza es un reto para todas las parejas, pero hay una enorme diferencia entre la lucha esforzada por la pureza y el estar dominados por la lujuria.

Sólo cuando ambos ven la pureza como la meta, son libres para construir una relación basada en el amor verdadero con el Señor en el centro. Si ambos no comparten esta meta, uno de ellos siempre estará presionando al otro. A veces la presión es obvia. Más a menudo es sutil: el hombre no fuerza los límites agresivamente, tan sólo actúa dulcemente y toma todo placer sexual que ella esté dispuesta a darle.

Algunos chicos actúan como si estuvieran de acuerdo con la idea de la castidad, pero en tres semanas están intentando lo mismo de siempre.

Es ahí cuando debes tener el coraje de salir de esa relación. Un chico así no sólo no merece tu cuerpo, sino que ni siquiera merece tu tiempo.


Crystalina Evert [Ver su historia completa]